Hoy vamos con una entrada sobre un tema relacionado con la ciencia, su papel de la sociedad, etc... y una cuestión que me suele rondar la cabeza a menudo.
Entre las numerosas críticas (merecidas) que recibe el gobierno de España actualmente, hay una que se oye de forma recurrente entre mis compañeros de doctorado y postdoc, aunque probablemente no se oiga tanto entre el resto de la población: Los recortes en ciencia.
El motivo de los recortes es muy simple, tanto que estos teleñecos cantarines os lo explicaran:
Ahora bien, me gustaría aclarar que esta no es una tendencia exclusiva de nuestro gobierno, sino una muestra más de su capacidad de copiar las cosas negativas del resto de gobiernos y acrecentar sus efectos. En España (y en Grecia!) la situación es peor, sí, pero la escasez de financiación científica es un problema a nivel mundial.
Asimismo, ocurre en casi todos los campos científicos (siendo la excepción aquellos proyectos que tengan aplicaciones militares). Pero, al igual que la magnitud del problema depende de qué país estemos considerando, también depende de de qué campo en particular estamos hablando. Dado que mi trabajo entra dentro de la física teórica de altas energías, me voy a centrar en este campo en particular. Además, es interesante porque es uno de los más afectados por la sequía financiera. Y a diferencia de otros campos, es difícil justificar porque se debería financiar con dinero público. Por ejemplo, la investigación médica tiene aplicaciones beneficiosas para la Sociedad, es evidente (y aun así andan escasos de dinero, pero ese es otro tema). En el siguiente nivel, el desarrollo de materiales como el grafeno probablemente dará lugar a aplicaciones tecnológicas. Y si consideramos cosas como la investigación en átomos ultrafríos, todavía se pueden defender aplicaciones.
Pero mi campo de investigación no tiene aplicaciones, a excepción de cosas que suenan a Star Trek y probablemente no se hagan realidad en los próximos siglos. O "efectos secundarios", como la creación de internet (que tuvo lugar en el CERN) y las tecnologías que se han desarrollado para construir colisionadores de partículas. En cualquier caso, estos no son los motivos que impulsan los estudios que se realizan - el único objetivo es descubrir cómo funciona el Universo.
No me cabe ninguna duda de que este objetivo es considerado algo irrelevante para la gran mayoría de la humanidad. Exento de todo interés, insignificante, ridículo. Achacaría el desinterés a que trata de cosas tan abstractas o alejadas de la vida de las personas que para ellos no viene a cuento de nada.
A esto se suma la posición de muchos científicos (no sabría decir si son mayoría, pero su voz se oye, sin duda) al referirse a este campo de investigación, cuando sacan a la palestra el famoso método científico y preguntan: si estudias cosas que ocurren a energías tan elevadas, ¿cómo vas a poner a prueba tus resultados? Porque la investigación actual no es como lo del Higgs - para poner a prueba las teorías que se manejan hoy en día haría falta un LHC más grande que la Tierra. Si no puede demostrarse, dicen, no es ciencia y por tanto es irrelevante.
Claro que esta crítica no va dirigida a las teorías específicas que son estudiadas, sino a cualquier teoría que trate el Universo a esa escala de energías. Según este punto de vista, deberíamos aceptar que eso no debe estudiarse, como si fuera uno de los "here be dragons" de los mapas antiguos.
Aquellos que defienden esta última postura no entienden - o no se creen - que aun así los posibles modelos matemáticos pueden ser estudiados y se puede tener una cierta seguridad de por donde está el camino correcto a seguir. Pero volvamos al punto anterior, al ciudadano medio, a los que forman el 99%.
En este caso, al no tener una avanzada formación en los conocimientos requeridos, literalmente no pueden entender de qué se les habla, a menos que se usen análogos simplificados (como éste!), que son muy bonitos pero limitados a la vez. En consecuencia, se requiere un cierto nivel de fe en el interlocutor. Me puedo identificar con ello. Por ejemplo, yo mismo no tengo formación en biología, y me creo los descubrimientos sobre nuestro código genético porque tengo fe en que la gente involucrada está haciendo bien su trabajo.
Pero claro, no le puedes exigir a la gente que tenga fe en ti. Las teorías de partículas o de gravedad pueden parecer una compilación de conceptos extraños que quizá lleven décadas estando equivocadas. Nosotros, los físicos, no podemos hacer que el resto del mundo vea la certeza que hay en ellas. Ni tampoco la excelsa creatividad que subyace, que ha sido aportada por grandes genios en el pasado para que lleguemos a saber lo que sabemos ahora. No hay manera de transmitir nada de esto.
Lo cual lleva al título de esta entrada. En un mundo democrático, deberíamos dejar que la gente decida. En particular, que sean ellos quienes decidan si merece la pena invertir el dinero en la investigación del Universo. Y cada voto debería contar tanto como los demás.
Yo, aquí, puedo afirmar que la investigación científica es algo de suma importancia y que se debería invertir en ello 10 veces más de lo que se invierte ahora. Pero eso es mi opinión. No puedo imponérsela a los demás, solo puedo intentar convencerles, y es bien posible que nunca llegue a conseguirlo.
Ahora, démonos cuenta de una cosa: al decir todo esto estoy aceptando como un axioma que la democracia es el sistema social correcto. Una alternativa sería pensar que a la hora de decidir cuánto dinero se ha de gastar en ciencia, los votos de aquellas personas que tengan una formación intelectual más elevada deberían contar más, que se debería hacer una especie de media ponderada. El paso siguiente es decir que la mayoría de la gente es demasiado estúpida para tomar decisiones importantes, y que eso debería hacerlo alguien más sabio que ellos.
Pero claro, ¿esto no suena como una dictadura? Las guerras que trajeron el horror a medio mundo en el siglo XX hicieron que la humanidad se jurase a si misma que algo así no puede volver a pasar. Que la democracia es el sistema justo de gobierno, y que hay que aceptarlo hasta sus últimas consecuencias.
Concluyo con una reflexión final, no exenta de cierta polémica: ¿Merece la pena un sistema democrático si a consecuencia de ello el progreso científico va a ser obstaculizado; o se debería obligar a la gente a financiar este progreso, aunque sea contra su voluntad?
Yo mismo no soy capaz de decidirme por una u otra opción. En principio defendería la segunda, pero hay que tener en cuenta que eso funciona como una excepción, lo que da pie a crear precedentes exportables a otros temas sociales en los que un gobierno dictatorial hace peligrar la estabilidad del sistema.
¿Qué opinas tú?
Entre las numerosas críticas (merecidas) que recibe el gobierno de España actualmente, hay una que se oye de forma recurrente entre mis compañeros de doctorado y postdoc, aunque probablemente no se oiga tanto entre el resto de la población: Los recortes en ciencia.
El motivo de los recortes es muy simple, tanto que estos teleñecos cantarines os lo explicaran:
Ahora bien, me gustaría aclarar que esta no es una tendencia exclusiva de nuestro gobierno, sino una muestra más de su capacidad de copiar las cosas negativas del resto de gobiernos y acrecentar sus efectos. En España (y en Grecia!) la situación es peor, sí, pero la escasez de financiación científica es un problema a nivel mundial.
Asimismo, ocurre en casi todos los campos científicos (siendo la excepción aquellos proyectos que tengan aplicaciones militares). Pero, al igual que la magnitud del problema depende de qué país estemos considerando, también depende de de qué campo en particular estamos hablando. Dado que mi trabajo entra dentro de la física teórica de altas energías, me voy a centrar en este campo en particular. Además, es interesante porque es uno de los más afectados por la sequía financiera. Y a diferencia de otros campos, es difícil justificar porque se debería financiar con dinero público. Por ejemplo, la investigación médica tiene aplicaciones beneficiosas para la Sociedad, es evidente (y aun así andan escasos de dinero, pero ese es otro tema). En el siguiente nivel, el desarrollo de materiales como el grafeno probablemente dará lugar a aplicaciones tecnológicas. Y si consideramos cosas como la investigación en átomos ultrafríos, todavía se pueden defender aplicaciones.
Pero mi campo de investigación no tiene aplicaciones, a excepción de cosas que suenan a Star Trek y probablemente no se hagan realidad en los próximos siglos. O "efectos secundarios", como la creación de internet (que tuvo lugar en el CERN) y las tecnologías que se han desarrollado para construir colisionadores de partículas. En cualquier caso, estos no son los motivos que impulsan los estudios que se realizan - el único objetivo es descubrir cómo funciona el Universo.
"...para llegar con audacia a donde ningún hombre ha llegado anteriormente"
No me cabe ninguna duda de que este objetivo es considerado algo irrelevante para la gran mayoría de la humanidad. Exento de todo interés, insignificante, ridículo. Achacaría el desinterés a que trata de cosas tan abstractas o alejadas de la vida de las personas que para ellos no viene a cuento de nada.
A esto se suma la posición de muchos científicos (no sabría decir si son mayoría, pero su voz se oye, sin duda) al referirse a este campo de investigación, cuando sacan a la palestra el famoso método científico y preguntan: si estudias cosas que ocurren a energías tan elevadas, ¿cómo vas a poner a prueba tus resultados? Porque la investigación actual no es como lo del Higgs - para poner a prueba las teorías que se manejan hoy en día haría falta un LHC más grande que la Tierra. Si no puede demostrarse, dicen, no es ciencia y por tanto es irrelevante.
Claro que esta crítica no va dirigida a las teorías específicas que son estudiadas, sino a cualquier teoría que trate el Universo a esa escala de energías. Según este punto de vista, deberíamos aceptar que eso no debe estudiarse, como si fuera uno de los "here be dragons" de los mapas antiguos.
"Circulen, aquí no hay nada que ver..."
Aquellos que defienden esta última postura no entienden - o no se creen - que aun así los posibles modelos matemáticos pueden ser estudiados y se puede tener una cierta seguridad de por donde está el camino correcto a seguir. Pero volvamos al punto anterior, al ciudadano medio, a los que forman el 99%.
En este caso, al no tener una avanzada formación en los conocimientos requeridos, literalmente no pueden entender de qué se les habla, a menos que se usen análogos simplificados (como éste!), que son muy bonitos pero limitados a la vez. En consecuencia, se requiere un cierto nivel de fe en el interlocutor. Me puedo identificar con ello. Por ejemplo, yo mismo no tengo formación en biología, y me creo los descubrimientos sobre nuestro código genético porque tengo fe en que la gente involucrada está haciendo bien su trabajo.
Pero claro, no le puedes exigir a la gente que tenga fe en ti. Las teorías de partículas o de gravedad pueden parecer una compilación de conceptos extraños que quizá lleven décadas estando equivocadas. Nosotros, los físicos, no podemos hacer que el resto del mundo vea la certeza que hay en ellas. Ni tampoco la excelsa creatividad que subyace, que ha sido aportada por grandes genios en el pasado para que lleguemos a saber lo que sabemos ahora. No hay manera de transmitir nada de esto.
Lo cual lleva al título de esta entrada. En un mundo democrático, deberíamos dejar que la gente decida. En particular, que sean ellos quienes decidan si merece la pena invertir el dinero en la investigación del Universo. Y cada voto debería contar tanto como los demás.
Yo, aquí, puedo afirmar que la investigación científica es algo de suma importancia y que se debería invertir en ello 10 veces más de lo que se invierte ahora. Pero eso es mi opinión. No puedo imponérsela a los demás, solo puedo intentar convencerles, y es bien posible que nunca llegue a conseguirlo.
"Sí, bueno, en fin, eso es... lo que tú opinas, tío"
Ahora, démonos cuenta de una cosa: al decir todo esto estoy aceptando como un axioma que la democracia es el sistema social correcto. Una alternativa sería pensar que a la hora de decidir cuánto dinero se ha de gastar en ciencia, los votos de aquellas personas que tengan una formación intelectual más elevada deberían contar más, que se debería hacer una especie de media ponderada. El paso siguiente es decir que la mayoría de la gente es demasiado estúpida para tomar decisiones importantes, y que eso debería hacerlo alguien más sabio que ellos.
Pero claro, ¿esto no suena como una dictadura? Las guerras que trajeron el horror a medio mundo en el siglo XX hicieron que la humanidad se jurase a si misma que algo así no puede volver a pasar. Que la democracia es el sistema justo de gobierno, y que hay que aceptarlo hasta sus últimas consecuencias.
Concluyo con una reflexión final, no exenta de cierta polémica: ¿Merece la pena un sistema democrático si a consecuencia de ello el progreso científico va a ser obstaculizado; o se debería obligar a la gente a financiar este progreso, aunque sea contra su voluntad?
Yo mismo no soy capaz de decidirme por una u otra opción. En principio defendería la segunda, pero hay que tener en cuenta que eso funciona como una excepción, lo que da pie a crear precedentes exportables a otros temas sociales en los que un gobierno dictatorial hace peligrar la estabilidad del sistema.
¿Qué opinas tú?