Va siendo hora de retomar el blog, que hace tiempo que lo tengo abandonado. Asuntos más urgentes me reclaman estos días.
Pero me he dado cuenta de que, a pesar de haber estado viviendo en el país griego durante un año, nunca me he puesto a escribir sobre las impresiones que me causó. Y eso no le hace justicia en absoluto, pues he de decir que le cogí mucho cariño. Aunque también debo reconocer que me costó cogerle el punto, a pesar de que a priori su sociedad y la española parezcan similares.
Y ahora que Grecia está de actualidad debido a su cambio político, aprovecho para dejar algunas breves reflexiones, primero sobre cómo fue el choque cultural y después sobre cómo finalmente entendí su forma de ser y aprendí a apreciarla.
Lo primero que choca al llegar es la aparente ausencia de normas. Viene siendo lo contrario a lo que ocurre cuando llegas a Alemania (mi país de residencia actual), pero esa comparación casi que da para otra entrada, así que no sigamos por ahí.
Desde lo más cotidiano, como su manera de conducir. Por ejemplo, cuando ves una vía en la que la gente circula en tres carriles, y luego miras las líneas del suelo y ves que solo hay pintados dos. Cosas así. Lo malo es cuando esto ocurre en asuntos más serios: la burocracia es un absoluto caos. El más simple trámite es una pesadilla. Buscar pisos en alquiler, otra. Nada está organizado debidamente.
Y claro, nada más llegar, esto te crea obstáculos. Y empiezas a odiar a los griegos y su despreocupación, que parece innata.
Lo siguiente que haces es ir a visitar alguna zona turística. Las ruinas antiguas de Creta, por cierto, son impresionantes. Pero resulta triste ver cómo las más visitadas están convertidas en auténticos parques de atracciones. En particular, con griegos insistiéndote para que compres algo.
Y luego, algo inesperado: los animales sueltos. Perros y gatos, es decir. Al menos en Heraclión, están por todas partes. Incluyendo los pasillos de la universidad. Esto, unido a sus infraestructuras anticuadas, te da la sensación de estar en un lugar abandonado, dejado al paso del tiempo, casi igual que sus ruinas de los tiempos antiguos.
Lo que nos lleva al tema económico: tengo entendido que Creta es la región más rica de Grecia (no en vano, allí se encuentran los centros científicos más importantes del país), y aún así se notaba el efecto de la crisis en pequeños detalles. Por ejemplo, sus autobuses son de segunda mano, heredados de Alemania. Sí, los letreros siguen estando en alemán. Y en el tema personal, la factura de la luz es mucho más cara que en España (a pesar de tener salario medio más bajo), y también los supermercados.
Pero cuando viajé a Atenas, era más palpable: Calles importantes sin luz por la noche, gente viviendo en la calle... este tipo de cosas.
De modo que te encuentras en un país de economía austera, desorganizado, caótico, donde a nadie parece importarle nada... pero poco a poco, gracias a los amigos que hice allí, empecé a entenderlo mejor.
Sobre el tema de las normas: Puede ser complicado de ver, pero la flexibilidad puede ser ventajosa, en ocasiones. Tanto el adherirse de manera demasiado estricta, como demasiado laxa, es perjudicial. Y depende de la sociedad que estemos considerando. En este aspecto, la sociedad griega tiene una comunión especial que no he visto en ninguna otra parte.
Volviendo a mi ejemplo de la vía con tres carriles espontáneos, es una buena metáfora de esto: Ningún coche iba demasiado deprisa. La gente comprendía que, a pesar de lo que indicasen las rayas, había espacio para más coches y de esa manera colectivamente llegarían antes a su destino. Así que se ponían "automáticamente" de acuerdo en organizarse así, aunque individualmente tuviesen que ir más despacio. En otros lugares más "civilizados", como España, esto no pasa: el individuo sigue su carril, sí. Pero por otro lado, resulta que circula al máximo de velocidad permitida. Que suele ser más rápido de lo que indica la señal, pero no pasa nada porque no te multan si no te pasas por mucho. Y nosotros, yo y tú que me estás leyendo, lo vemos como si fuera normal, pero párate a pensar: ¿es lógico? Sí, la norma se respeta pero llevándola al límite! Y ¿qué situación te parece más peligrosa? Al final, suele ser el exceso de velocidad el causante de las víctimas de tráfico...
Y esa es mi metáfora para explicarlo. Me di cuenta de que los griegos no siguen las normas porque en realidad buscan el motivo detrás de la norma, y se rigen por ello. Por supuesto, no todo el mundo es responsable y eso lleva a situaciones dañinas, a veces. Pero gente irresponsable la hay en todas partes.
Y sobre el vivir día a día, hay cosas positivas: Aunque la crisis haya hecho subir los precios de casi todo, comer fuera es muy barato, casi más que comer en casa. Y la comida es estupenda, la gente griega ha mantenido su aprecio por lo natural. Los sitios de comida rápida escasean, y en su lugar hay muchas tabernas (mismo nombre que en español, pero distinto significado), donde los vegetales son la parte principal del menú.
También, en contraste con otros países, es un lugar muy abierto a la gente extranjera. Típicamente, en Alemania (vale, dejo ya de comparar), o Francia, pedir que te hablen en inglés no es bien recibido. En otros países, como Finlandia, es algo neutral. Grecia es el único lugar que he conocido donde casi parece que la gente se alegre cuando se lo pides! Y sí, prácticamente toda la población joven tiene buen nivel de inglés.
Recíprocamente, con el tiempo, consigues abrirte a su manera de ver la vida. Y comprendes cómo valoran las cosas que realmente valen. No hay porqué generar un debate en tu interior sobre cómo se debería organizar esto o aquello, y céntrate en vivir en buena armonía con la gente que te rodea, con tu entorno. Sí, a veces hay que organizarse y actuar de manera ordenada, pero no tiene porqué ser la prioridad absoluta para todo.
Si me permitís un toque friki para esta entrada (because why not), citaré a Thorin (de El Hobbit): "Si más gente valorase el hogar por encima del oro, este sería un mundo más feliz".
Sobre la crisis económica que les ha golpeado, sinceramente, no puedo opinar sobre su causa porque no sé lo suficiente de economía. Pero sé que es una tragedia y en particular, me apena mucho que tanta gente joven esté emigrando y espero que algún día deje de ser necesario. Una comunidad europea no tiene sentido si los países no se aportan ayuda unos a otros, así que defiendo que les prestemos nuestro apoyo, y comprendo la necesidad de que ese apoyo se dirija de manera adecuada.
Porque Grecia tiene la capacidad para llegar a ser una gran nación, y desean serlo.
Pero me he dado cuenta de que, a pesar de haber estado viviendo en el país griego durante un año, nunca me he puesto a escribir sobre las impresiones que me causó. Y eso no le hace justicia en absoluto, pues he de decir que le cogí mucho cariño. Aunque también debo reconocer que me costó cogerle el punto, a pesar de que a priori su sociedad y la española parezcan similares.
Y ahora que Grecia está de actualidad debido a su cambio político, aprovecho para dejar algunas breves reflexiones, primero sobre cómo fue el choque cultural y después sobre cómo finalmente entendí su forma de ser y aprendí a apreciarla.
Lo primero que choca al llegar es la aparente ausencia de normas. Viene siendo lo contrario a lo que ocurre cuando llegas a Alemania (mi país de residencia actual), pero esa comparación casi que da para otra entrada, así que no sigamos por ahí.
Desde lo más cotidiano, como su manera de conducir. Por ejemplo, cuando ves una vía en la que la gente circula en tres carriles, y luego miras las líneas del suelo y ves que solo hay pintados dos. Cosas así. Lo malo es cuando esto ocurre en asuntos más serios: la burocracia es un absoluto caos. El más simple trámite es una pesadilla. Buscar pisos en alquiler, otra. Nada está organizado debidamente.
Y claro, nada más llegar, esto te crea obstáculos. Y empiezas a odiar a los griegos y su despreocupación, que parece innata.
Lo siguiente que haces es ir a visitar alguna zona turística. Las ruinas antiguas de Creta, por cierto, son impresionantes. Pero resulta triste ver cómo las más visitadas están convertidas en auténticos parques de atracciones. En particular, con griegos insistiéndote para que compres algo.
Y luego, algo inesperado: los animales sueltos. Perros y gatos, es decir. Al menos en Heraclión, están por todas partes. Incluyendo los pasillos de la universidad. Esto, unido a sus infraestructuras anticuadas, te da la sensación de estar en un lugar abandonado, dejado al paso del tiempo, casi igual que sus ruinas de los tiempos antiguos.
Lo que nos lleva al tema económico: tengo entendido que Creta es la región más rica de Grecia (no en vano, allí se encuentran los centros científicos más importantes del país), y aún así se notaba el efecto de la crisis en pequeños detalles. Por ejemplo, sus autobuses son de segunda mano, heredados de Alemania. Sí, los letreros siguen estando en alemán. Y en el tema personal, la factura de la luz es mucho más cara que en España (a pesar de tener salario medio más bajo), y también los supermercados.
Pero cuando viajé a Atenas, era más palpable: Calles importantes sin luz por la noche, gente viviendo en la calle... este tipo de cosas.
De modo que te encuentras en un país de economía austera, desorganizado, caótico, donde a nadie parece importarle nada... pero poco a poco, gracias a los amigos que hice allí, empecé a entenderlo mejor.
Sobre el tema de las normas: Puede ser complicado de ver, pero la flexibilidad puede ser ventajosa, en ocasiones. Tanto el adherirse de manera demasiado estricta, como demasiado laxa, es perjudicial. Y depende de la sociedad que estemos considerando. En este aspecto, la sociedad griega tiene una comunión especial que no he visto en ninguna otra parte.
Volviendo a mi ejemplo de la vía con tres carriles espontáneos, es una buena metáfora de esto: Ningún coche iba demasiado deprisa. La gente comprendía que, a pesar de lo que indicasen las rayas, había espacio para más coches y de esa manera colectivamente llegarían antes a su destino. Así que se ponían "automáticamente" de acuerdo en organizarse así, aunque individualmente tuviesen que ir más despacio. En otros lugares más "civilizados", como España, esto no pasa: el individuo sigue su carril, sí. Pero por otro lado, resulta que circula al máximo de velocidad permitida. Que suele ser más rápido de lo que indica la señal, pero no pasa nada porque no te multan si no te pasas por mucho. Y nosotros, yo y tú que me estás leyendo, lo vemos como si fuera normal, pero párate a pensar: ¿es lógico? Sí, la norma se respeta pero llevándola al límite! Y ¿qué situación te parece más peligrosa? Al final, suele ser el exceso de velocidad el causante de las víctimas de tráfico...
Y esa es mi metáfora para explicarlo. Me di cuenta de que los griegos no siguen las normas porque en realidad buscan el motivo detrás de la norma, y se rigen por ello. Por supuesto, no todo el mundo es responsable y eso lleva a situaciones dañinas, a veces. Pero gente irresponsable la hay en todas partes.
Y sobre el vivir día a día, hay cosas positivas: Aunque la crisis haya hecho subir los precios de casi todo, comer fuera es muy barato, casi más que comer en casa. Y la comida es estupenda, la gente griega ha mantenido su aprecio por lo natural. Los sitios de comida rápida escasean, y en su lugar hay muchas tabernas (mismo nombre que en español, pero distinto significado), donde los vegetales son la parte principal del menú.
También, en contraste con otros países, es un lugar muy abierto a la gente extranjera. Típicamente, en Alemania (vale, dejo ya de comparar), o Francia, pedir que te hablen en inglés no es bien recibido. En otros países, como Finlandia, es algo neutral. Grecia es el único lugar que he conocido donde casi parece que la gente se alegre cuando se lo pides! Y sí, prácticamente toda la población joven tiene buen nivel de inglés.
Recíprocamente, con el tiempo, consigues abrirte a su manera de ver la vida. Y comprendes cómo valoran las cosas que realmente valen. No hay porqué generar un debate en tu interior sobre cómo se debería organizar esto o aquello, y céntrate en vivir en buena armonía con la gente que te rodea, con tu entorno. Sí, a veces hay que organizarse y actuar de manera ordenada, pero no tiene porqué ser la prioridad absoluta para todo.
Si me permitís un toque friki para esta entrada (because why not), citaré a Thorin (de El Hobbit): "Si más gente valorase el hogar por encima del oro, este sería un mundo más feliz".
Sobre la crisis económica que les ha golpeado, sinceramente, no puedo opinar sobre su causa porque no sé lo suficiente de economía. Pero sé que es una tragedia y en particular, me apena mucho que tanta gente joven esté emigrando y espero que algún día deje de ser necesario. Una comunidad europea no tiene sentido si los países no se aportan ayuda unos a otros, así que defiendo que les prestemos nuestro apoyo, y comprendo la necesidad de que ese apoyo se dirija de manera adecuada.
Porque Grecia tiene la capacidad para llegar a ser una gran nación, y desean serlo.